lunes, 24 de mayo de 2010

Sólo con el tiempo

"Con el tiempo, te das cuenta de que si estás al lado de una persona sólo para acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla.
Con el tiempo, te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho más que cualquier cantidad de dinero.
Con el tiempo, entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se ve rodeado de falsas amistades.
Con el tiempo, aprendes que disculpar cualquiera lo hace, mientras que perdonar es sólo de almas grandes.
Con el tiempo, aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado incierto para hacer planes.
Con el tiempo, aunque seas feliz con los que están a tu lado, añoras terriblemente a los que se han marchado.
Con el tiempo, aprendes que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, que extrañas, que necesitas, ya no tiene ningún sentido ante una tumba."

Tomado del libro La Culpa es de la Vaca de Jaime Lopera y Marta Bernal.

miércoles, 12 de mayo de 2010

El violín de Paganini

"Hubo un gran violinista llamado Paganini. Algunos decían que era una persona extraña. Otros, que había en él algo sobrenatural. Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, y por eso nadie quería perder la oportunidad de verlo tocar.
Una noche, el escenario estaba repleto de admiradores preparados para recibirlo. La orquesta entró y fue aplaudida. El director entró y recibió una gran ovación. Pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró. El violinista se puso el instrumento en el hombro, y lo que siguió fue indescriptible: blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecían tener alas y volar al toque de aquellos dedos encantados.
De repente, un sonido extraño interrumpió el ensueño de la platea: una de las cuerdas del violín de Paganini se había roto. El director paró. La orquesta se calló. El público estaba en suspenso. Pero Paganini no se detuvo. Mirando su partitura, continuó extrayendo sonidos deliciosos de su violín atrofiado. El director y la orquesta, admirados, volvieron a tocar.
Cuando el público se tranquilizó, de repente otro sonido perturbador atrajo su atención. Otra cuerda del violín se rompió. El director y la orquesta pararon de nuevo, más Paganini continuó como si nada hubiera ocurrido. Impresionados, los músicos volvieron a tocar.
Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación. Todos los asistentes, asombrados, gritaron un `¡Oh!´ que retumbó por la sala: otra cuerda del violín se había roto. El director y la orquesta se detuvieron. La respiración del público cesó. Pero Paganini seguía: como un contorsionista musical, arrancaba todos los sonidos posibles de la única cuerda que le quedaba al destruido violín. El director, embelesado, se animó, y la orquesta volvió a tocar con mayor entusiasmo. El público iba del silencio a la euforia, de la inercia al delirio.
Paganini alcanzó la gloria, y su nombre corrió a través del tiempo. No fue sólo un violinista genial, sino el símbolo del profesional que continúa adelante aun ante lo imposible.

Cuando todo parece derrumbarse, démonos una oportunidad y sigamos adelante; despertemos al Paganini que existe en nuestro interior. (....) es el arte de continuar donde otros resuelven parar."

Tomado del libro La Culpa es de la Vaca de Jaime Lopera y Marta Bernal

domingo, 9 de mayo de 2010

Lo que el mundo le debe a una Madre...

"Todo el mundo -tanto los grandes hombres como los menos grandes- tienen que tener un punto de partida. Las personas no nacen brillantes y con éxito. En realidad, algunos de nuestros más grandes hombres fueron considerados bastante estúpidos en algún periodo de su vida. Sólo cuando adquirieron una Actitud Mental Positiva y aprendieron a comprender sus aptitudes, fijándose objetivos concretos, empezaron a ascender hacia el éxito. Pero hubo un joven en particular a quien sus profesores consideraban `un zopenco estúpido y necio´.
El joven se sentaba y dibujaba figuras en su cartapacio. Miraba a su alrededor y escuchaba a todo el mundo. Hacía `preguntas imposibles´, pero se negaba a revelar lo que sabía, incluso bajo amenaza de un castigo. Los niños le llamaban `zoquete´ y él se sentaba generalmente al fondo de la clase.
Aquel niño era Thomas Alva Edison. (...) Asistió a la escuela primaria durante un período total de menos de 3 meses. La maestra y sus compañeros de escuela le decían que era un estúpido. Y, sin embargo, se convirtió en un hombre instruido cuando un incidente le indujo a cambiar (...). Se convirtió en una persona dotada y en un gran inventor.
¿Cuál fue el incidente?¿Qué ocurrió en la vida de Edison para que éste cambiara totalmente de actitud? Le dijo a su madre que había oído que la maestra le decía al inspector de la escuela que él era `tonto´ y que no merecía la pena llevarle por más tiempo a la escuela. Su madre se dirigió con él a la escuela y gritó con toda su furia que su hijo Thomas Alva Edison tenía más talento que la maestra y el inspector.
Edison decía que su madre había sido el paladín más entusiasta que jamás hubiera podido tener un muchacho. Y, a partir de aquel día, se convirtió en un niño distinto. `Ejerció sobre mí una influencia que ha perdurado a lo largo de toda mi vida -dijo-. Jamás podré perder los beneficiosos efectos de sus enseñanzas iniciales. Mi madre fue siempre cariñosa, siempre comprensiva y jamás me interpretó o me juzgó erróneamente.´ La fe de su madre le indujo a verse a sí mismo bajo una luz totalmente distinta. Le indujo a cambiar (...) en relación con los estudios y el aprendizaje. Esta actitud enseñó a Edison a ver las cosas con más profundo discernimiento mental y le permitió comprender y desarrollar inventos beneficiosos para la humanidad. Tal vez la maestra no lo vio porque no estaba genuinamente interesada en ayudar al muchacho. Su madre sí lo estaba."

Tomado del libro La Actitud Mental Positiva de Napoleón Hill y W. Clement Stone.

viernes, 7 de mayo de 2010

Siete Sonetos Medicinales

Del poeta argentino Pedro Bonifacio Palacios conocido también bajo el seudónimo de Almafuerte, los 2 primeros de sus Siete Sonetos Medicinales:


¡AVANTI!

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas;
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obcecación asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que no mellan los garfios de la suerte ...

Todos los incurables tienen cura
cinco minutos antes de su muerte !

¡PIU AVANTI!

No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua, y no la implora...

Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza !

lunes, 3 de mayo de 2010

Las tres rejas

"El joven discípulo de un filósofo sabio llegó a casa de éste y le dijo:
- Maestro, un amigo suyo estuvo hablando de usted con malevolencia.
- ¡Espera! -lo interrumpió el filósofo-. ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
- ¿Las tres rejas?
- Sí. La primera es la reja de la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
- No; lo oí comentar a unos vecinos.
- Entonces al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Esto que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
- No, en realidad no. Al contrario...
- ¡Vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
- A decir verdad, no.
- Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Cuántos malos ratos podríamos evitar si sometiéramos a esas tres rejas todo lo que decimos... "

Tomado del libro La Culpa es de la Vaca de Jaime Lopera y Marta Bernal

Ciertamente sería muy positivo tomar en cuenta ésto, y hacerlo parte de nuestros hábitos.
A veces es muy difícil una vez dicho algo errado o que hubiese sido mejor callar corregir el daño provocado.